viernes, 7 de marzo de 2008

Una lágrima por Isaías Carrasco

Ayer no pude escribir porque estaba exhausta tras una larga jornada laboral y una dieta estricta que estoy practicando para no seguir engordando a velocidad de kilo por día.

Hoy pensaba resarcirme hablando de una cosa trivial como de costumbre.

Sin embargo hoy sólo se puede hablar de una sola cosa y es de el asesinato de ETA.
El problema es que son tantos años hablando de ETA, tantos años. Recuerdo la primera vez que hablé de ETA. Fue cuando mataron a aquel director de aquella central nuclear...tendría yo apenas 7 años... no lo recuerdo, pero era muy pequeña. Algún familiar, hijo supongo, venía a mi colegio. Me impactó.

De modo que son más de 25 años hablando de ETA y es un poco cansino, porque sigo sin entenderlo y me sigue produciendo una sensación de vacío enorme y sigo sin ver cual puede ser la solución. Yo soy ingeniero y supongo que por eso tengo la costumbre de aplicar un razonamiento lógico para encontrar la solución a los problemas. Ahí debe de estar el error. No se puede aplicar la lógica a esto.

Hubo una época en la que creí entender como funcionaba el tema. Cuando estudiaba en Francia y frecuentaba a gente de Irún y San Sebastián y uno de mis mejores amigos era un futuro etarra. Me impregné del sentimiento de pertenencia a un colectivo minoritario. Me aprendí las canciones de Kortatu de memoria. Escuchaba a todas las partes. Conocí a gente que había visto como detenían ilegalmente a sus padres o hermanos, y escuché historias espeluznantes sobre torturas y toda clase de injusticias injustificadas, valga la redundancia. También tenía amigos cuyos padres estaban amenazados, pero estos eran en general mucho más discretos.
En aquellos tiempos todos eran malos, algunos por convicción, otros por vocación y otros por circunstancias adversas, y ninguno lo era.

Pero un día me tocó de cerca y a partir de ese día los malos fueron solo unos, los asesinos, los etarras.

Y yo que soy una luchadora empedernida, una intrépida, una inconformista, decidí que no podía entenderlo, ergo, no podía solucionarlo. De modo que opte por irme y nunca más volver como muchos de los jóvenes vascos que han dejado su tierra para no ver como el nacionalismo se la come, para no tener que escupir a sus amigos de la infancia convertidos en adultos radicales, para no tener que luchar porque sus hijos tengan el derecho de estudiar en su lengua materna, para no tener que ver como los puestos de la administración pública los ocupan idiotas cuyo mérito es saber Euskera porque eso vale más puntos que tener una tesis doctoral cum laude.

Y pese a llevar 26 años hablando de ETA y 20 rendida fuera de Bilbao, se me sigue escapando la lágrima cuando oigo que han vuelto a matar por la espalda a sangre fría a otro más. Otro que hoy tiene nombre, Isaias Carrasco, pero cuando quiera escribir una crónica de este tipo dentro de tres meses será sólo "aquel cobrador de autopistas de Mondragón" y eso en el mejor de los casos.

¿Qué puede tener dentro alguien para poder apretar un gatillo a sangre fría y matar a un pobre hombre que no es más que eso, un pobre hombre? Yo de verdad preferiría pegarme un tiro a mi misma... si en el fondo da igual uno que otro, ¡que se inmolen en mitad de una plaza como hacen los orientales, lograrían llamar la atención igual y no les ilegalizarían los partidos!

Sé que no añado nada a todo lo que se está diciendo hoy por ahí. Pero bueno, por lo menos me siento un poquito más llena.

Aunque no podemosevitar que nos vacien el alma, que no nos vacien la memoria:
http://clientes.vianetworks.es/personal/ANGELBERTO/listatentados.htm

No hay comentarios: