Me voy a repetir como el ajo, como el abuelillo cebolleta en el que sin duda me estoy convirtiendo, y voy a dedicar esta entrada al tema recurrente de estos últimos tiempo: la juventud y …el Facebook.
Hoy publica El País un artículo de opinión sobre el tema. En él la autora evoca los peligros de pérdida de intimidad que representan las redes sociales, y explica como los reality shows han llegado a nuestros hogares a través de la red.
Desde mi modesta opinión, de nuevo los que fuimos jóvenes, nos olvidamos de lo que fuimos y como lo fuimos, quizás porque necesitamos olvidar nuestra adolescencia para poder seguir sintiéndonos jóvenes. Yo recuerdo una adolescencia llena de actividades sentimentalmente impúdicas. Recuerdo que toda la información de mi vida privada pertenecía a un colectivo que yo denominaba mi grupo de amigos, al igual que su vida y pensamientos me pertenecían a mí. Descubríamos todos juntos y revueltos. “A fulanito le gusta menganita”, “ y a ella?” “ella se enrollo el otro día con zutanito”... El mayor secreto depositado en tu mejor amig@ duraba a penas 3 minutos. La adolescencia fue para mi una transición desde la individualidad protegida del la infancia hacia la vida social equilibrada (eso pretendo) de la edad adulta.
Guardo de toda mi adolescencia (pre a post), de los 13 a los 25 años, una enorme cantidad de cartas de cuando que me escribía con gente de la que hace ya muchísimos años que no se nada. Yo tengo las suyas, las que me mandaron, y ell@s quizás tengan guardadas las mías, donde exhibí todo mi ser, todas mis interioridades, tan peculiares y personales, mis miedos, mis descubrimientos (parte de los cuales realicé a través de mis terapias epistolares). Yo no necesité Facebook para exponerme al mundo exterior, con un papel y un boli que después se convirtió en un ordenador con impresora me fue suficiente.
Quizás es por ello que cuando leo que el triunfo de Facebook se debe a la generalización social de los Reality Shows me hace mucha gracia y pienso que de nuevo los que fuéramos jóvenes nos sentimos agredidos por los que ahora son jóvenes porque hacen cosas que no entendemos a través de medios que no dominamos y como suele pasar, eso nos asusta…no sé si les suena…el otro día leyendo Mafalda había una viñeta del padre que trataba precisamente de este tema.
El Facebook no deja de ser lo que nosotros permitamos que sea ya que elegimos los contenidos que volcamos en él y ya, después de la nueva actualización, también elegimos con quien los compartimos. Tiene sin duda una parte un poco impúdica pero al mismo tiempo es completamente anodina puesto que cuando uno es usuario regular de Facebook se da cuenta de que solo nos interesa lo que nos interesa y nada más. Como en cualquier día a día convencional en el que estamos rodeados de historias, de conversaciones de personas que no conocemos y que oímos pero no escuchamos. El Facebook es igual, vemos muchas cosas pero solo leemos las que nos interesan, porque nos interesa la persona o el colectivo que publica la información.
La vida de barrio en ciudad si que era como un reality show, donde la realidad de una familia transcendía a través de las finas paredes casi de papel, o del patio interior, o de la calle, el parque, el mercado, el cotilleo y el correveidile. O en un pueblo pequeño donde a penas hace falta una hora para que todos los habitantes sepan la última hora de lo más privado de cualquiera de ellos.
El Facebook es diferente. El Facebook es una herramienta de sociabilización que nos permite elegir como queremos ser a través de la escritura, de la música, de los videos. Pero ELEGIR es la palabra clave, esa parte de decisión del diferido y manipulado, de la historia que escribimos nosotros como queremos, eso no es un big brother, no lo es.
No quiero con esto hacer apología del Facebook, sino más bien defender los derechos y la cuerda madurez inconsciente de la juventud. Los jóvenes no son borreguillos a los que les cae encima un Facebook y por eso cambian sus hábitos y su patrones de comportamiento. Los jóvenes son mucho más, como lo han sido siempre y esperemos siempre sigan siendo.
Os dejo que hoy Lorenzo tiene la pole y toca carrera importantísima, con clara de cerveza, jamón, paté, Santo y Elías… que tiene ya un pie en la cuna.